PASAR EL TEST DEL PATO ENTRE PATOS / JANINE SOENENS





Para cazar patos, tradicionalmente se usan patos de madera pintados. Lo que querría decir que la forma y el color del pato son “portadores de significado” para el pato: lo necesario para pasar el test del pato entre patos. Una garrapata absorbe cualquier líquido con tal que tenga la temperatura de la sangre animal, siendo esa temperatura uno de los “portadores de significado” para la garrapata. La diferencia entre el pato y la garrapata tiene que ver con que la garrapata es la relación con la sangre y el pato, en tanto que su vida depende de migrar en bandada, es la relación con el resto de patos. Una llama vestida con chompa de alpaca se acerca al resto del ganado. Este se aglomera a su alrededor formando un frente de curiosidad, extrañeza y recelo. En la confrontación existe un quiebre; la llama ya no es para su comunidad y esta interrupción “la obligaría” a reconocerse como eso que es . La llama tiene que hacer un esfuerzo para “ser llama”, es decir, para ser igual a sí misma.

Cordero dice “soy un animal”, llevando su apellido como un “portador de significado”, quizá porque quiere señalar que lo que le concierne es más su ambiente que el mundo. Pero su ambiente no es solo infinitamente más rico que el de la garrapata sino también mucho más vulnerable. De hecho, lo amenaza permanentemente la desaparición, a lo que el artista opone su máquina creativa. La “pobreza de mundo” que Heidegger atribuye a lo animal y el “formador de mundo”, que sería el hombre, están en juego tanto en la obra de Cordero como, con ironía, en la construcción de su propia identidad. De allí que el nombre de esta muestra sea Jedeque, el retorno del Cordero . Como si nos dijera “Soy solo mi cuerpo: He aquí mi mejor bosta después de 15 años de reflujos para fertilizarles la tierra”.


Sus ideas pasan por un proceso en cierta medida gramatical en el que para abordar un problema el sujeto se convierte en lo predicado. Vestir a la mona para transformarla en gusano de seda y hacerla vivir eternamente. Propone una suerte de comunión que nos recuerda que somos del mismo orden natural que los animales y estamos hermanados por nuestros procesos secrecionales. Se sirve de este postulado profundamente idiota para engordar con lenguaje esa línea que separaría al Homo sapiens del resto del reino animal. Un experimento que resulta en una poética. Quizá una poética que retorna a la actividad del artesano, que históricamente se ocupa de materias particulares antes que de asuntos públicos y con el despliegue de su trabajo nos recuerda a cada uno de nuestros propios humores corporales. ¿Qué es nuestro humor sino una burla de los afectos del cuerpo?
 Jedeque es una expresión arequipeña proveniente del inglés headache (dolor de cabeza) y es usada para referirse a una persona que llora por “cualquier cosa” o está de mal humor. Su origen se remite a la respuesta que darían los miembros de la colonia inglesa en Arequipa después de una noche de fiesta. Resaca, así como significa el amanecer después del exceso de alcohol, también es el movimiento en retroceso de una ola y lo que saca a la luz: los residuos de lo que el mar arrastró. Estar Jedeque es entonces el “estado de consecuencia” hecho sujeto. Señalar un momento en el que emergen fragmentos que no podemos articular y sentimos una dolencia que no somos capaces de precisar.

Son esos “restos en la orilla” con los que Cordero propone una defensa del exceso. Parece preferir buscar verdad en lo contingente y hacer de su patetismo materia prima conceptual, almacenar sus “bienes” en bidones con caño para emular la generosidad del puquial. El aspecto tautológico de varias de sus obras proviene de una ética literalmente “en ejercicio” de lo heroico. Esta tautología no establece distinciones entre los aspectos formales y conceptuales de las obras que, por desmesuradas que sean, presentan un tipo de simetría. Encuentra un punto de virtud en la demasía del cuerpo. Cordero juega en esa frontera, con esas palabras que “se salieron” y así, fuera de contexto, construye un nuevo lugar, mucho más parecido a la complejidad irresponsable e irredenta de lo real. Un lugar que aunque momentáneo, se hace audible en la risa de una desbocada voz interior y no puede ni pretende aleccionar a nadie porque ¿qué forma tendría el señuelo?, ¿de qué nos serviría que la sorpresa de un regalo se normalice? Sus obras hilarantes nos perforan el espíritu de forma tan precisa que por un momento se siente material y localizable en algún lugar de un país que no pasa el test del pato.

















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