Ella se arrastra al filo de la
cama, jalatoda la sábanacomo si al cubrirse con ella pudiese ocultarse para
siempre. Me deja con el cuerpo desnudo paralelo al techo,desearía que este
pudiese darme una respuesta. Está a mi lado pero la siento a kilómetros, me
pregunto qué debo hacer para sentirla de vuelta. No solo ahora, para
acurrucarse sinopueda encontrarse con mis ojos, refugiarse en ellos.
La escucho
sollozar, puedo sentir como su cuerpo mueve lentamente las sábanas en un compás
frustrado, quiero abrazarla. Debemos fingir que nada pasa, nada pasa conmigo.Mi
cuerpo empieza a helarse por la brisa, siento la cuenta regresiva, necesito su calor.
Renuncio a mi
orgullo, la atraigo a mí a pesar de su resistencia, logro apoyarla en mi pecho.
Quiero parar el hilillo de lágrimas que siento correr en mi pecho acariciándole
la cabeza, juego con sus cabellos enredados. De alguna forma el silencio ayuda
a digerir la situación, nos estamos perdiendo.
La vibración
de un mensaje la levanta exaltada, nerviosa
reconoce la advertencia de que existe un
mundo fuera de estas cuatro paredes. Teclea con agilidad, quiere evitarlo,pero
alcanzo a ver el destinatario, es él, quien aún desde lejos me la arrebata de
la cama. No soporto a ese huevón, ni si
queira tengo el derecho de reclamar.
Se voltea para
hundirse en su rincón de la cama, esta vez jala las frazadas, construye un
fuerte; quiere huir incluso de nuestro lugar seguro. Ya no puedo rendirme a
ella, me levanto para buscar mi ropa y salir de aquí. Se ha dado cuenta que empiezo a vestirme por
el sonido de mi correa al estirar mi pantalón. Salé de su burbuja que ya no le
deja respirar, me mira suplicamente.
La ignoro,
sigo vistiéndome apresuradamente, enfurecido. Llora de nuevo, esta vez con más
fuerza como si intentara ahogarse. Es un llanto cínicosabe que si no tuviera
miedo, funcionaría, yo quiero que funcione. No encuentro mis medias, deben de estar de su
lado,de la cama, pero ahora solo quiero estar solo y espero entienda con el portazo.
Viene envuelta
en las sábana a medias, la arrastra como una cola luciendo indefensa. Tiene los ojos hundidos, los pelos alborotados
como las emociones que le bullen dentro. Intenta penetrarme con su mirada, evito
encontrarme con ella, pero reclama. Al filo del sillón se planta, el pequeño desastre lo dice todo.
No puedo verla así, no entiendo
cómo sufre si lo tiene todo, a él, a mí. Solo niego con la cabeza y hundo la
mirada en el vacío, quisiera dejar de dudar,nos queremos o no, estamos juntos o
no, eres mía o no.
Finalmente me rindo a ti,
como otras veces intento recuperarte rodeando
tu cintura. Sé que estas molesta, tu cuerpo me repele. Quieres serme ajena, volver a tus
cavilaciones sobre el mundo que construyes cada vez que te quedas en silencio. Es
una isla en tu cabecita inocente, una isla para dos.
No me molesta que escapes allí, donde
no peleamos. El lugar me devuelve, soy el chico bueno del que te enamoraste, no
tengo defectos que puedan lastimarte, permite que me sigas queriendo de manera
tierna, pero te aleja de quien soy ahora. Cuando vuelves enmudeces
desconcertada, te cuesta encontrar el ritmo del tiempo . Es un espacio al que
no me dejas entrar y no termino de comprender.
Te abandonas en mi pecho, se
forma un silencio diferente, nos vuelve complices. Le sacamos la vuelta a todo
que signifique separarnos. Es lo verdaderamente íntimo que nos queda, el resto puedes
etiquetarlo, si quieres, como sexo. No sé cuánto tiempo nos queda, pero
prefiero no mencionarlo, solo quedémonos así hasta que tu alarma nos devuelva…
Nos hemos quedado dormidos, no sé
por cuanto tiempo haya estado sonandotu telefono en la habitación.Sigues
dormida, por un momento contemplo como danzan tus pestañas en lo que parece ser
un apacible sueño. Verte tranquila me saca una sonrisa, me provoca contemplarte
toda la tarde, sé que si lo hago me odiarías. No quiero ser brusco, empiezo a
dibujarte con mi índice la mejilla, te levantas de un salto al enfrentarte con
el reloj de la sala que por cierto lo puse solo para que dejaras de mirar tu
teléfono cada 5 minutos cuando vinieras. Se ha hecho tarde, corres desnuda a
buscar tu ropa, regresas semivestida, empiezas a ponerte nerviosa, la hora
siempre te altera. Me quiebra tu desesperación por más que intente
comprenderla.
De camino a la puerta, recoges tu bolso al vuelo, te peleas
con la puerta del jardín, nunca sabes cómo abrirla. Te observo casi inmutable,
solo reacciono para abrirte la puerta y poder despedirme. Recibo un roce en la
mejilla, estás sobre la hora. Empiezas una caminata ligera como si se tratara
de una carrera, te subes al taxi sin si quiera consultar
la tarifa, espero llegues bien a tu destino. De vuelta en la sala hundido en el
sillón me dejo invadir por la sensación de que te he perdido.
Me acurruco en las sábanas que
has dejado desparramadas con tu olor. Si
hubiera un espejo en el techo podría observarme vacío.
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