ALEGORÍA DE LA MÁQUINA/CLAUDIO ARCHUBI







1.

Cuando era chico no sabía que el mundo era producido por la Máquina. Y que la Máquina está rota.
Yo vivía resbalando por superficies lisas, metálicas, vacías; ahí donde tiempo, descanso y vértigo eran ecos del rumor que empuja la curva cambiante de la tonta corteza.
Tantas veces caí para levantarme en un sitio distinto.

De un lado a otro, sin retorno, ahí donde el desvío es ley, lo Abierto es de temer, si no hay descanso.

                                                           2.

La Máquina producía erratas. Yo las escuchaba:
Canta / roto / silencio / La máquina está rota /
La Máquina producía erratas. Yo era una de ellas.

3.

Un día erguí la cabeza para descubrir a los que, quietos, sonrientes, yacían en la altura, exentos.
¿Cómo habían escapado del imán del Norte?


4.

            Partí entonces, como otros, para deshacerme de mi libertad, tan fría, dolorosa, innecesaria.
Partí en busca del chiste secreto, del control del corazón a cuerda de nuestra defectuosa madre, la gestante cansada de las múltiples variaciones de la Historia.
           
                                                5. 

            Poco a poco fui entrando en la Máquina.
Los engranajes me prometían violaciones de la mesura, giros de amor y de temblor. Vi la lista caótica de la Máquina para evitarme qué falso camino hacia el incumplido centro.
En vano busqué sosiego en Ella, esperé su mano en mi frente, en la mía, su piel de acero.

Cuán escasa la virtud del descenso, necesaria la virtud de la entrega.
Ah, y la quietud más adentro, esa trampa.
                                                    
6.

Más lejos acompañé a los dadores de orden.
 Trepé sus plateadas secuencias abiertas por nexos siempre cambiantes, eficaces, repetidos hasta la cifra, y pregunté: ¿Dónde está la Gracia?
Entonces vislumbré cómo en  distintas piezas, intercambiada, irreductible, Ella se arquea de idéntica forma si la misma mano la toca
                           

7.

Quise formar parte, pero ya lo era. Aún quieto, la escalera asciende y yo con ella.
Aquí adentro la luna se acerca. Vuelvo a ver su esplendor de hielo.

8.

La Máquina nos conduce. Nos crea el Norte. Somos sus hijos rotos.
Imaginamos la Máquina para que el Mundo exista. Podemos sentir su gran soledad. Somos su continua soledad, su retórica.
La ironía es nuestra brújula, nuestro marcapasos (soñé que me deshacía de ella).

La Máquina sigue moviéndose. ¿Hacia dónde?

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