Por Javier Gil
Pintura de Sergio Pacheco |
Para entender en profundidad todo
aquello que perduró en España de las vanguardias históricas después de la
Guerra Civil, es necesario asomarse a la obra y la figura de Eduardo Chicharro
(Madrid, 1905-1964), al menos en lo que a la poesía se refiere. Fundador del
Postismo, primer movimiento que recuperó el espíritu vanguardista tras la
contienda, su vasta obra, que incluye la novela, la poesía, la narrativa y la
pintura, apenas ha sido reconocida y divulgada. Eso sí, la estela de su
magisterio (y del movimiento postista que él capitaneó) es clave para entender
la evolución posterior de algunos de los escritores más importantes de la
segunda mitad del siglo XX en nuestra lengua, como Carlos Edmundo de Ory,
Fernando Arrabal, Ángel Crespo, Gloria Fuertes o Francisco Nieva. La editorial
Libros del Innombrable ha sacado hace poco una amplia antología de su obra
poética, Radical libre. Hablamos con
su editor, Raúl Herrero, sobre este libro y mucho más...
Entrevista a Raúl
Herrero sobre el poeta Eduardo Chicharro,
el Postismo y
la antología Radical libre
Javier
Gil Martín (JG): Hace unos meses veía la
luz Radical libre (antología poética),
una amplia muestra de la poesía de Eduardo Chicharro, que ha recopilado y
prologado Jaume Pont, uno de los mayores expertos en el movimiento postista y
en la obra de algunos de sus principales representantes, como el gaditano
Carlos Edmundo de Ory, ¿cómo surgió la publicación de este libro?
Raúl
Herrero (RH): En Libros del Innombrable hemos comenzado a rescatar, desde hace
un par de años, algunos proyectos que en el pasado no llegaron a perpetrarse
por diferentes motivos. Entre las deudas pendientes figuraba la poesía de
Eduardo Chicharro. Aunque en 2002 editamos, en nuestra colección Sarastro, el
conjunto de poemas “Tetralogía”, seguido de dos cuentos: el inédito “Un
paciente poco paciente” y el poco conocido “La pelota azul”, no nos parecía
suficiente. Como, por desgracia, todavía muchos desconocen la figura de
Chicharro, nos pareció más apropiado publicar una antología que la obra
completa.
JG: ¿Cómo
ha participado en su génesis Antonio Chicharro, hijo del poeta?
RH:
Antonio Chicharro Papiri, hijo del padre del Postismo Eduardo Chicharro y de su
musa Nanda Papiri, de la que Salvador Dalí dijo que era la mejor artista naif
que había conocido, ha participado activamente. Nos ha facilitado fotografías
inéditas para el interior y unas imágenes de cuadros perdidos de su madre que
también se incluyen. Además tuvo ocasión de revisar las pruebas y de hacernos
sugerencias. Por otra parte, Jaume Pont, autor de la edición, también ha sido
muy generoso, abriendo sus archivos e indagando en busca de algún inédito
(varios sonetos del corpus titulado “La plurilingüe lengua”). La generosidad no
es frecuente en estos ambientes. Pero Libros del Innombrable casi siempre tiene
la suerte de aliarse con personas de gran valía, en todos los sentidos. Personalmente
les estoy muy agradecido. Postismo o muerte. Además, Jaume Pont es un excelente
poeta en catalán.
JG:
Varios estudiosos habéis indicado en qué
medida supone una ínsula en el panorama poético de la posguerra (concretamente
mediada la década de los cuarenta) la obra literaria de Eduardo Chicharro y en
general el proyecto vanguardista del Postismo, ¿nos podrías hablar de esta
singularidad en un contexto tirando a yermo donde imperaba cierto empeño
clasicista de los poetas auspiciados por la dictadura y que tuvieron su órgano
de expresión en revistas como Escorial
o Garcilaso (Juventud Creadora) al
amparo de Falange?
RH:
Eduardo Chicharro durante su estancia en Roma, en los años 30 del pasado siglo
e incluso antes, estuvo en contacto con las primeras vanguardias, entre ellas
el Futurismo, y con el propio Marinetti. También supo del Surrealismo en su
paso por París. Por tanto, la eclosión del Postismo fue algo natural; no creo
que el escandalizar, como fin en sí mismo, le moviera a embarcarse en esa
aventura. Luego tuvo la suerte de rodearse de personas con talento como Carlos
Edmundo de Ory, los hermanos Nieva, Ángel Crespo, Gabino-Alejandro Carriedo, Félix
Casanova de Ayala o el propio Gregorio Prieto, que reclamó como postismo
algunos trabajos que hizo en los años 30 en Roma con Eduardo Chicharro, aunque
el movimiento tiene su momento fundacional con la aparición de la revista del
mismo nombre: Postismo, en 1945. Por
otra parte no olvidemos la figura del italiano Silvano Sernesi, que abandonó
España a comienzos de los años 50, pero que financió las actividades postistas
y que estuvo en el núcleo fundacional junto con Chicharro y Ory. Posteriormente
les cayó en gracia algunos postulados postistas a diversas personalidades como
Camilo José Cela, Gloria Fuertes, Fernando Arrabal, Antonio Fernández Molina o
Antonio Beneyto; esa querencia les permitió llevar la aventura postista a otros
terrenos, aunque, en cierta medida, cada uno de ellos haya creado un postismo a
medida de su personalidad. Pero ¿acaso no es eso lo que sucede con todos los
ismos que permanecen en el tiempo? ¿Cuál es el surrealismo más puro? ¿El de
Breton, Benjamin Peret, el que anunció el dadaísmo como precedente, el de Soupault, Desnos, Eluard, Huidobro, Artaud?... La
activación del humor sí es una pieza fundamental del universo postista que enlaza
con los antecedentes de la Patafísica y “las artes incoherentes” y con el
posterior movimiento Pánico (tal como reconoció el propio Arrabal).
En
la posguerra existía una represión y una censura innegables, pero creo que es
un error considerar que todo era un erial. Existió, con dificultades, el
Postismo, también Miguel Labordeta, Francisco Pino, el cine y la literatura de
Edgar Neville, Jardiel Poncela, se fundó La
codorniz, más tarde llegaría el grupo Dau al Set..., Camón Aznar, Juan
Eduardo Cirlot, tal vez una de las personalidades esenciales de la literatura y
las artes en España, por muchos motivos que sería largo pormenorizar en este
momento (y al que también se ocultó sin miramientos durante años). Desde luego
en los círculos oficiales del momento encontramos menos autores interesantes y,
en muchas ocasiones, una calidad más discutible, al menos desde mi punto de
vista. Pero ¿no sucede ahora lo mismo? Algunos premios, certámenes y
editoriales pudientes siguen controlados por una camarilla oficial. Esto no
sería necesariamente negativo si esa supremacía que aúpa estéticas y autores
que pueden tener su interés no solapara a otros, a mi juicio, de mayor valía.
¿Acaso no sufrió eso Eduardo Chicharro en plena posguerra? ¿Acaso los últimos
años de su vida, a partir de los años 90, no ocurrió lo mismo con Antonio
Fernández Molina?
La
cuestión de fondo estriba en qué consideramos bueno y si nuestros motivos son
objetivos o subjetivos. Cuando se argumenta que un poema es bueno porque se
entiende o porque es sencillo, se está degradando a la literatura y, lo que es
peor, se está tomando a los lectores (iniciados o no) por idiotas. Entre otras
cosas...
JG:
Desde hace unos cuantos años, a través de
Libros del Innombrable, has ido recuperando la obra de muchos de los poetas
pertenecientes al movimiento postista o cercanos a este (filopostistas y colindantes los llamas en tu Antología de poesía Postista, de 1998). ¿Nos podrías contar cómo empezó este proyecto, tanto la
editorial en general como la recuperación de estos en particular?
RH:
Probablemente sin la existencia del Postismo y los ánimos que me insufló
Antonio Fernández Molina esta editorial no existiría. Contribuir a difundir a
estos poetas fue uno de los motores principales que puso en marcha, para bien o
para mal, esta aventura literaria. Mi Antología
de poesía Postista adolece de muchos defectos, o quizá no tantos, pero sí
algunos, en todo caso ahora la podría hacer mejor. Cuando uno hace muchas cosas
suele equivocarse en algunas. Ahora bien, las críticas de algunos que no han movido
un dedo por difundir el Postismo o que simplemente les resultan antipáticas mis
conclusiones no me interesan en absoluto. Algunos aspectos del Postismo creo
haberlos explicado mejor en el estudio de la poesía de Fernando Arrabal Credo Quia Confusum (Huerga &
Fierro, 2016) o en la conferencia que pronuncié en el proyecto del Gobierno de
Aragón Parnaso 2.0 (http://parnaso2punto0.aragon.es/?p=4781). De todos modos, la mayor parte de
mis conclusiones son deudoras de Jaume Pont, Antonio Pérez Lasheras y Alfredo
Saldaña (autores de la edición de Las
patitas de la sombra, de Carlos Edmundo de Ory y Eduardo Chicharro [Mira
editores, 2000]), Rafael de Cózar, Amador Palacios, etc.
JG:
¿Crees que aún pervive en la poesía
actual algo de toda esa aventura de la poesía y la imaginación que supuso el
Postismo? ¿Consideras que se ha hecho “justicia poética” a la obra de
Chicharro?
RH:
En la poesía que se sirve de los tropos, el humor, que frecuenta el retruécano,
el juego de palabras, que tiene a la imaginación por compañera pervive, en
mayor o menor medida, el Postismo. Ahora un grupo de poetas jóvenes, pilotados
por Marcos Callau, que se reúnen en torno a la revista El eco de los libres, en el Ateneo Jaqués, han publicado un
especial dedicado al Postismo. Todos ellos quieren ser postistas, al igual que
sucedía con los creadores de la magnífica revista postista 13trenes... El Postismo quiso ser el último ismo, pero se equivocó
en eso. En sus postulados latía lo mejor de la posmodernidad, del arte conceptual
y de algunas propuestas artísticas contemporáneas. Ahora algunos jóvenes
quieren ser postistas, quieren ser pánicos, porque encuentran un terreno menos
explorado, menos rutinario. El Postismo es el rock and roll, la psicodelia hippy, el dislate electrónico de la
poesía. Y por eso otras propuestas, digamos más académicas, siempre terminarán
sacudidas por una oleada de experimentación (entendida en el mejor sentido). El
origen popular de la poesía no se encuentra en el ripio, sino en la indagación
de los sonidos, en la creación de un lenguaje propio. Lo hacían los barrocos,
los poetas del renacimiento en sus desafíos en la corte y los poetas islandeses
en el siglo IX en los protopoemas que anteceden a las eddas, juegos experimentales en los que llegaban a inventarse un
lenguaje propio... Esa es la auténtica tradición. ¿Debería ser eso frustrante
para el lector? Al contrario, convendría que lo entendiera como una fiesta de
los sentidos. Lo contrario de la poesía realista, que los adormece y amuerma.
A
Eduardo Chicharro se le hará justicia poética cuando se le incluya en
antologías de la poesía del siglo XX y de la poesía en castellano, en general.
Mantenerlo sumido en la ocultación le aporta misterio, pero también supone un
agravio.
JG:
Sabemos de tu querencia por Antonio
Fernández Molina y Fernando Arrabal, asiduos en tu catálogo y fuertemente
influidos por el movimiento postista. Háblanos del magisterio de ambos (artístico
y vital) y de cómo crees que se refleja en tu propia obra poética.
RH:
Mi obra poética principió en los albores de mi niñez, así que ha tenido muchos
vaivenes, también aciertos y desaciertos. Pero creo en una obra orgánica y
viva, aunque algunas veces muestre mis miserias. La exquisitez de algunos
poetas que escriben treinta libros diciendo que no quieren escribir me parece
una impostura. La influencia de Fernández Molina y de Fernando Arrabal en mis
escritos es enorme, tanto por sus propios textos como por las influencias de
las que beben. Y mis aventuras vitales con ellos superan lo innumerable.
JG:
Nos gustaría que nos contaras, si es
posible, proyectos de futuras publicaciones de autores postistas o cercanos a
estos en Libros del Innombrable.
RH:
Acaba de publicarse un libro de artículos, críticas y entrevistas dedicados a
Antonio Fernández Molina que abarcan desde los años 50 del pasado siglo hasta
el 2013 del presente siglo y milenio: Hablando
de A. F. Molina, en edición de Ester Fernández Echeverría e ilustrado por
María Elena Fernández, dos de sus seis hijas. También acabamos de editar un
libro sobre Méliès, el cineasta francés, tan querido por Fernández Molina, cuya
magia tanto tiene que ver con la poesía y con el mundo artístico más sugerente.
Y, al tiempo, trabajamos en la edición de la última pieza de Fernando Arrabal,
entre otras cosas. Por último, en la editorial Pregunta Ediciones, está próximo
a desvelarse mi último poemario: Te
mataré mientras vivas.
Quisiera
agradecer, para terminar, tu interés por mis asuntos, algo infrecuente en este
panorama y que te agradezco enormemente.
Entrevista publicada originalmente en el número 128 de la revista Adiós Cultural, correspondiente a enero-febrero de 2018.
Sergio Pacheco |
DOS POEMAS
DE “LA PLURILINGÜE LENGUA” (1945-1947)
XXIII
Será mi blanca
tumba de madera,
será de
siemprevivas y de orujo,
cordial en su
acogida y verde lujo
de jaula, lonja,
loca enredadera.
Será mi gayo
túmulo escalera,
y en su huerto
seráfico cartujo
mi cadáver será,
sin más tapujo,
perdido lo mortal
que antes vistiera.
Así deséolo yo que
sean la caja,
el hoyo, el césped
y la baratija
que ponen a los
muertos los no muertos.
Digo que serán
flores mi mortaja
porque entre los
jardines que yo elija,
igual perfumarán
mis ojos tuertos.
XXXVII
Hora es llegada la
del llanto espeso
en este valle que
ya lo es de llanto,
desesperanza,
apuro y atraganto.
Hora es llegada de
pasar sin peso
la puente de
amargura, el alto exceso.
La hora es
fallida. Muévanse el encanto
del vivir, sus
perfumes, entretanto;
quien no marchó ya
se halla en retroceso.
Mas quien marchó,
¿qué tiene al fin de todo?
Entre dos platos,
nada: la Belleza.
Lo hermoso de
morir con petulancia.
Yo más haré. Tanto
como el que empieza,
sostendré una
postura. De tal modo,
dormido alargaré
lejana infancia.
CARTA DE NOCHE A
CARLOS
Carlos yo te
escribo trece trenes
trinos trece te
estremece
y te envío
mecedoras
a tu casa.
Que tu casa es una
cosa
que no pasa.
En el filo
sutilísimo te escribo
del estribo.
Puesto el pie en
el mismo digo
como sigo por el
hilo de tu higo
en el higo
sutilísimo que sigo.
De mi casa a la tu
casa sigo sigo
enviando mecedoras
rutilantes.
Por la noche
duermo, sueño, como, orino,
sueño papa manos
pone tuyos hombros
cara tiene nívea
cera transparente
gesto ambiguo de
sus labios mucho temo
pasan cabras por
sus ojos, dame leche
y en un coche por
la estrecha remolacha
por los siglos de
los siglos que me orino.
Pasan ciervos por
mis ojos
luchan truchas en
mi lecho
por debajo pasa el
grajo,
por la orilla la
abubilla.
Que mis huesos son
de corcho sueño a veces
y las heces que
vomito son como oro.
Un gigante se
aparece cada noche
y me dice cada
cosa cada cosa,
cada cosa que no
entiendo va y me dice.
No me llama por mi
nombre el gigante ese
ni me tira de la
oreja.
Te pregunto Carlos
ahora por qué escribo
y te envío
mecedoras.
Si te cuento lo
que sueño no entristezco
a ningún amigo
bueno que me escucha
por lo menos así
pienso entumecido
ya a las puertas
de esta noche.
¿Qué me espera?
¿Quién se agita en la penumbra
que los párpados
me cierra suavemente?
He aquí pues que
vuelvo al sueño como un guante
del conejo que hay
delante de mi fuente.
Guardo un trozo de
casulla del gigante
pongo botas quito
mantas cuelgo abrigos
traigo trapos y
amontono las almohadas.
En un hoyo me
cobijo, me hago el muerto
y en espera de que
el sueño llegue aúllo.
Vuelve el viento,
la casulla, la osamenta,
el gigante, el
calcetín y la abubilla.
Mientras tanto,
Carlos, rápido te envío mecedoras.
¿Las entiendes?
¿Tú las ves que te las mando?
Si entre tanto te
lo cuento estáte atento
al bicho ese que
se sube por las barbas
es un tanto
alocadillo y como mucho.
Al abrigo de la
noria está la liebre
el molino escupe
hileras de cipreses
el anciano de
patadas al pesebre
el obispo zurce el
culo de la avispa
y en el mango de
la escoba vive el piojo.
¿No ves Carlos por
la noche tú también
un portero con al
hombro una escopeta?
¿Tiene una hija
ese portero tú también?,
con la mano me
hace señas y me enseña
una cosa mucilaginosa.
¿A ti no?
¿He de decir que
me canso, de que cansar estoy vivo?
¿O he de decir que
me vivo, que de vivir estoy canso?
Let me I write you, my dear.
Digo que me digas
que digo
a estas cuatro
paredes mi pena
mi congoja de
hombre destartalado.
¿Soy yo cura,
ámbito habito
o es el hábito del
obispo
que hace al monje
o no lo hace?
Sigo enviándote
mecedoras,
cuídalas,
límpialas, pómpalas,
góndolas,
lámparas, ordéñalas,
albérgalas en tu
pecho
que el sultán
viejo lo dice:
si el refrán mata
a la rata
pon tu casa
enjalbegada
que a decir viene
lo mismo.
De
Música celestial y otros poemas (Seminarios
y Ediciones, Madrid, 1974)
En
Radical libre [Antología poética]
(Libros del Innombrable, Zaragoza, 2017)
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